Cuando Ismael Cisneros contrajo COVID-19, él tuvo que luchar con su situación financiera mientras que su salud física y mental se deterioraba. Sus pulmones no consumían suficiente oxígeno. Tuvo calentura, dolor de garganta y dolor de cuerpo constante. Junto con su enfermedad, Cisneros se preocupaba de lo que podría pasar si su salud continuaba decayendo y hubiese tenido que internarse en el hospital.
“Yo no quería ir al hospital, primero por los altos costos de hospitalización,” dijo Cisneros. “Yo no tengo seguro médico, ni tenía dinero para pagar una cuenta así. Sí, era algo que me preocupaba mucho.”
Cisneros no es el único con estas inquietudes. Algunos sobrevivientes de COVID-19 que buscaron ser internados en el hospital fueron sorprendidos con grandes cuentas cuando se les dió de alta, incluso cuando el gobierno federal prometió cubrir los costos.
Cisneros no solamente se preocupaba por los gastos médicos. Debido a su condición, él tuvo dificultad para pagar su renta y comprar víveres para su hogar, el cual lo comparte con otros ocho miembros de su familia, incluyendo sus nietos.
Los nueve miembros del hogar de Cisneros dieron positivo en la prueba de COVID-19 en julio. Su hijo fue el primero en dar positivo, el 4 de julio, y todos en la casa presentaron síntomas. Sin embargo, los síntomas de Cisneros tuvieron una mayor duración y fueron más severos que los del resto de su familia.
Cisneros se recuperó del coronavirus pero solo se pudo ausentar de su trabajo como mecánico automotriz por dos semanas.
“Yo no tengo un sueldo fijo. Trabajo como contratista,” dijo Cisneros. “Si yo no trabajo hoy, no cobro nada, no gano nada.”
Pronto después de su diagnóstico, la iglesia en donde Cisneros es pastor asistente, Iglesia Vida en Sacramento, empezó a apoyar a su familia. Cada día, los miembros de su iglesia le dejaban comida y despensa en la puerta de su casa. Además, la pastora de la Iglesia Vida le aconsejo a Cisneros que hiciera una cuenta de Venmo, por si las personas querían ofrecerles alguna ayuda.
“No tenía en mi mente que iba a ser una gran ayuda,” dijo Cisneros, pero las donaciones le ayudaron a pagar la renta durante el mes que estuvo enfermo.
En todo California, organizaciones religiosas o sin fines de lucro han asumido la responsabilidad de ayudar a las comunidades durante la pandemia. Particularmente en las comunidades Latinx, las cuales se han enfrentado a mayores retos socioeconómicos y de médicos, y para algunos, se le añaden los retos que conlleva hablar un idioma diferente.
Miles de personas Latinx en el estado, como Cisneros, no tienen seguro médico y trabajan para negocios esenciales y que requieren trabajar en persona. Muchos no tienen la solvencia económica para perder un cheque.
Las comunidades Latinx de California presentan la tasa de mortalidad más alta por COVID-19 — más del doble la de las personas blancas, de acuerdo con información del Departamento de Salud Pública de California accesada el 15 de octubre.
Cisneros dice que tomó todas las precauciones posibles, tal como tener un paquete de guantes en su carro para cuando tenía que ir al supermercado. Pero a pesar de sus esfuerzos, él cree que fue expuesto al virus por medio de un compañero de trabajo de su hijo.
Cisneros, que se encuentra recuperado, está usando esta experiencia para aconsejar a las personas a su alrededor.
“No quiero que nadie viva lo que yo viví,” dijo Cisneros.
Él le dice a todas las personas con las que habla: “Cúbrete, porque es una enfermedad que como puedes pasar la calentura por un día y se acabó, como puede llevar a la tumba.”